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Laura Elliott: Directora Ejecutiva y Traductora

Viviendo en una de las ciudades más grandes del mundo, llevar una bolsa se ha vuelto esencial.

Me he preguntado si los hombres de la Ciudad de México tienen un deseo secreto de borrar ese estigma de que las bolsas de mano son solamente para las mujeres, pues por las distancias o el tráfico o alguna otra razón extraordinaria, he tendido situaciones en donde no llego a casa hasta el próximo día. Con mis días de la universidad ya pasados, una mochila ahora me parece muy pesada, y no tengo carro para usar de guardarropa. Así que mi bolsa es mi compañera muy querida en las calles.

 En ella, primero llevo las cosas más indispensables: mis llaves, mi celular y su cargador, mi cartera y monedero, credenciales, mis lentes y lentes de sol. Estoy ahora visitando mi país natal, y me llamó la atención la mezcla de monedas y billetes que tengo de los dos países que considero como «mi tierra»: México y Estados Unidos. Aunque no es mi costumbre traer el dinero así, lo vi como algo simbólico de mi vocación de traductora y el trabajo que hago relacionado a crear puentes entre dos idiomas y culturas.

Luego, viaja en el metro en la hora pico y sabrás por qué a veces siento la necesidad de refrescarme. Por eso está la bolsita de neceser, los caramelos de menta y unos pañuelos.

Por cierto, ¿te ha tocado usar un sanitario sin papel higiénico? Como aprendí en mi niñez del lema de mi grupo de Girl Scouts, «Siempre preparada”.

 El mini cuaderno, pluma, lápiz, y memoria USB siempre son muy útiles. Además, como buena traductora, tengo aspiraciones de escribir (he empezado en mi blog www.americanchilanga.com), y llevar un cuaderno es la regla de oro de cualquier escritor. También verás mi Kindle lector electrónico allí…y sufro cuando no está. Pienso que es una cosa mágica, con ello puedo esperar horas en la fila del banco y hasta sentirme decepcionada cuando llegue me turno. No es que quiera poner los libros de papel y hueso en un museo, pero tengo ahora casi cuarenta novelas en mi Kindle, ¡y pesa menos de 200 gramos!

 Finalmente, unas cositas que sirven de buenos recordatorios en momentos dados: La tarjeta con una mandala que dice «Cada situación es una oportunidad de ser creativo.» La pongo en mi cartera donde normalmente va el efectivo, y sigue estando allí cuando el dinero desaparezca. Y echo adentro al azar la pequeña pluma de madera para encontrarla en la búsqueda frenética de mis llaves o celular. Me hace parar, respirar y agradecer lo bello de la vida.