Desde el marketing, vale la pena echar un vistazo a lo femenino en esta semana que se reflexiona el feminismo en el mundo.
Hay tanto que hacer para entender a las consumidoras de hoy, las que deciden el 85% de las compras y que al mismo tiempo, según un estudio de Marketing Millennial Women, se sienten incomprendidas por la publicidad en el 91% de las campañas.
Es irremediable hacer referencia al desastroso resultado de la campaña “Brindo por el placer de ser mujer” de Yoplait, o la también estereotipada “Tu mamá miente” de Fud. Dos creatividades mexicanas con error de foco. ¿Será momento de voltear de lleno al estilo deseado por las tomadoras de decisiones del siglo XXI?
Me llama la atención que el aprendizaje vaya lento en el campo de la nueva retórica.
Todavía ayer, un líder de opinión preguntaba en Twitter cómo se debe cortejar a una feminista, sin comprender que a quienes nacieron después de 1990, les parece antipático el hombre que “corteja”.
Las chicas millennials están en contacto constante con la tecnología. Su generación ha reducido la brecha del conocimiento ya que, en la próxima década, habrá más mujeres profesionistas; sin embargo, ellas mismas aún se cuestionan sus roles y liderazgo al mismo tiempo que persiste la violencia de género, desigualdad salarial e inequidad laboral.
Son muchas las banderas que una marca puede enarbolar al respecto: Tecate puso el ejemplo con su spot contra la violencia de género en México, una idea que no fue planteada por su agencia creativa, sino por la directiva de la empresa.
Revisando hábitos de consumo digitales, hay mucha degradación de lo femenino en el ciberespacio; además de los haters, en mi círculo cercano de hombres he comentado un fenómeno visible: circulan a diario por grupos de WhatsApp cientos de kilobytes de pornografía y violencia. Clubes digitales de hombres que comparten contenidos degradantes. Como muchos de los comportamientos en masa me pregunto si es benéfico, glorioso o tiene algo de bueno.