Primer acto, Mariana relata en 2019 que ha superado grandes obstáculos, como perder una chancla, un celular y una cadena de San Benito. Sus redes sociales son el medio para desarrollar su imagen personal, mientras usa leggins, cosméticos, ropa y joyas de diferentes marcas. Mariana convirtió una derrota en victoria, se hizo “sola” a base de convertirse en el personaje de su propio reality show.
Segundo acto Mariana empieza su carrera política, apoyando con su plataforma de influencing a su esposo Samuel García, candidato a la gubernatura de Nuevo León, ambos se entregan a una ardua campaña, ella se convierte en meme y copy creando el mensaje eje de toda la comunicación, el #FosfoFosfo, así no solo beneficia a su esposo, quien gana la contienda, sino también al partido completo. Ambos ganan, él se hace gobernador, ella la Primera Dama del Estado.
Tercer acto, ¿Qué podría fallar si Mariana se lanza para contender por la Alcaldía de Monterrey? Cualquier apuesta diría que sería un triunfo seguro. Ella, la de los millones de seguidores, la plataforma en medios, la familia en el poder, celebridad, modelo, y también, lidereza de todas las causas nobles del Estado. Sin duda debía ganar. Pues perdió. El resultado lo anunció en un live de Instagram, reconociendo el triunfo de su contrincante, el político priísta Adrián de la Garza, representante del viejo/nuevo PRI. El anunció lo hizo mientras hacia un #GRWM <Getting Ready With Me>, es decir, mientras se maquillaba, nos dio la noticia aplicándose rimel frente a la cámara de su celular, con el cabello húmedo, mostrándose aesthetic.
¿Cómo lo logró?
¿Entonces porqué este artículo dice que ganó, si Mariana perdió? Por que a pesar de la derrota, Mariana entiende cómo establecer la comunicación con su audiencia, cosa que los demás políticos del ecosistema no terminan de comprender. Mariana tiene muchas fallas como figura pública, está claro que su imagen carece de seriedad, no tiene experiencia como servidora; sin embargo, ha sabido ser congruente con su imagen, siempre accesible, conectando con los jóvenes, mostrándose auténtica.
¿En dónde estuvo la falla? Hay dos respuestas posibles, la primera que el padrón de Monterrey resulta ser de un rango de edad mayor a sus seguidores, una población rondando los 40 años en promedio, que conoce el juego de la política y sabe de las buenas o malas decisiones de Samuel García, su esposo. Ha quedado claro que Mariana es la influencer de Samuel García, ella le suma, pero Samuel García hace el efecto opuesto, le resta en reputación. El segundo factor, es el personaje que se ha creado, su espontaneidad parece que le restó puntos al posicionarse como un personaje naif con buenas intenciones ante la urbe que demanda liderazgo y buena gestión, sumado a la óptica simplista del liderazgo patriarcal.
¿Cómo es que ha ganado Mariana entonces? Su gran victoria es quedar perdedora, regresar a sus canales, su comunidad de chavacanos, su vida en San Pedro con su hija; monetizando su marca personal, eso que sabe hacer muy bien. Tiene el reto de reinventarse, exorcizarse, dejar de lado las presiones y preguntarse con honestidad ¿Qué quiero? ¿Ser política o influencer?